Una vez hubo un chico, con el cabello rubio desordenado, ojos azules vibrantes y la sonrisa más deslumbrante, que me ayudó a reparar todos los pedazos oscuros y rotos de mi interior.
Ryder mejoró una mala situación. Enamorarse de él no fue simplemente inevitable, sino que las estrellas se alinearon y nuestras almas conectaron en lo más profundo.
Se hicieron planes y, por primera vez, tuve esperanza. Creía en el futuro que íbamos a construir juntos.
Hasta que se fue, sin siquiera despedirse.
Han pasado los años, y aunque he tratado de seguir adelante, mi corazón aún se queda con el chico que lo reclamó.
Ahora ha vuelto, diciendo que quiere otra oportunidad.
Y me aterra que no haya terminado de caer.
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