La gente del pueblo Moulton Bay decía que había algo sobrenatural en Alexander Claybourne. Algunas personas murmuraban eso porque con su oscuridad, sus notables rasgos y sus hipnotizantes ojos, el seductor extraño parecía todo un vampiro. Ellos nunca se imaginarían cuán cerca de la verdad estaban… o que después de más de doscientos años de resistirse a la tentación, Claybourne había encontrado a una mujer que debía poseer.
Kara Crawford nunca se asustó de la supersticiosa sabiduría popular y se rió de las habladurías de los vecinos acerca de criaturas que acechaban en la oscuridad. ¿Qué daño podría provocar el ser amigable con el atractivo desconocido de cautivante mirada en sus ojos del color de la medianoche? Sin importar qué oscuros secretos escondiera Alexander, Kara se sentía atraída hacia él, forzada a unirse a él bajo la plateada luz de la luna donde ellos compartirían su amor.
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